Comunicado de Prensa Conjunto de las Redes MIGREUROP
y la Red Euromediterránea de Derechos Humanos
Inmigrante Solidario, como miembro de la Red MIGREUROP, cuestiona al Gobierno portugués sobre su posición respecto a estas expulsiones y sobre qué procedimientos está tomando, junto con los demás gobiernos europeos y la Comisión Europea, para garantizar una condena firme de estos expulsiones llevadas a cabo por las autoridades italianas, y no deja de manifestar su preocupación por el aumento del número de detenciones de inmigrantes indocumentados, que también se ha registrado en Portugal.
El ministro italiano de administración interior, Roberto Maroni, al considerar la expulsión a Libia de 277 inmigrantes, interceptados el 6 de mayo, y de 240, el 10 de mayo, a Libia, no se equivocó. Sin embargo, lejos de representar un avance en la lucha contra la inmigración ilegal, como afirma el ministro italiano, esta repatriación significa que Italia ha optado por dar la espalda a los principios democráticos ya sus compromisos en el ámbito de los derechos fundamentales.
En 2004 y 2005, Italia ya había llevado a cabo expulsiones masivas a Libia de varios cientos que habían desembarcado en la isla de Lampedusa, lo que fue condenado por el Parlamento Europeo, que se expresó “profundamente preocupado por la suerte de cientos de solicitantes de asilo [ devueltos a un país] que no es signatario de la Convención de Ginebra sobre el Estatuto de los Refugiados, no tiene un régimen de asilo, no ofrece ninguna garantía efectiva en cuanto a los derechos de los refugiados y practica la detención y expulsión arbitrarias”. Cuatro años después, la situación de los refugiados y migrantes en Libia no ha cambiado. Violencia, malos tratos, detenciones, violaciones, torturas y deportaciones son constantes en este país que no ha firmado la Convención de Ginebra sobre Refugiados. A principios de mayo, un vídeo presentado por la prensa italiana mostraba a los militares libios, bajo amenazas de armas, impidiendo que los migrantes se lanzaran al mar hacia la isla de Lampedusa. Esta es una ilustración siniestra del “tratado de amistad” firmado entre Italia y Libia en el otoño de 2008.
Lo que ha cambiado es el papel que ahora la Unión Europea le confía a Libia en la lucha contra la inmigración ilegal. Reintegrada a la comunidad internacional tras años de exclusión por actos de terrorismo, “Libia tiene potencial para convertirse en un socio clave de la UE en el Mediterráneo y África”. Estas fueron las palabras del comisario europeo responsable de Asuntos Interiores, que en febrero ofreció a este país 20 millones de euros para ayudar a controlar mejor sus fronteras, como parte del proceso de externalización de la política migratoria europea. De hecho, además de los recursos que ofrecen sus subsuelos -gas y petróleo-, Libia ocupa un lugar decisivo en el mapa de las rutas migratorias hacia Europa, y sabe rentabilizarlo. 20 millones para permitir el envío de miles de mujeres, hombres y niños a los campos de detención de Libia,
La Unión Europea tiene los medios para evitar ser cómplice de esta nueva fase de la guerra contra los inmigrantes: la Red Euromediterránea de Derechos Humanos y Migreurop esperan una condena firme de estas expulsiones por parte de la Comisión Europea, contrarias al derecho europeo e internacional, y que se inicien procedimientos judiciales contra las autoridades italianas. Europa, que ha firmado la Carta de los Derechos Fundamentales, también debe renunciar a cualquier acuerdo migratorio con países que violen claramente los derechos humanos.